lunes, 25 de abril de 2016

DOC - Pensamiento complementario


Resumen:

La cátedra busca que propongamos una hipótesis o concepto que querramos transmitir a priori e intentarla metaforizarla en la observación de la “realidad” a través de los dispositivos de registro. Pero, tampoco descartar una idea a posteriori descubierta luego de la experiencia y del registro.

La idea que transmite el tratado del lobo estepario (fragmento del libro “El lobo estepario”, de Herman Hesse) nos parece sumamente valioso y un concepto teórico muy atinado para transmitir.

Intentamos resumirlo. El pensamiento humano siempre fue bastante dialéctico dividiendo forma y contenido, razón y espíritu, alma y cuerpo, y un sinfin de dicotomías. Hesse hurgó en esas polaridades en varias obras. En El lobo estepario, encara lo animal y lo humano, el instinto y la razón, la inocencia infantil y la adultez. Pero llega a la conclusión que esos conceptos opuestos son polares (de fuerza), pero no indivisibles, no es lo uno o lo otro, en el medio hay un infinito de grises.

Respecto a lo animal, también todos llevamos un lobo (lo animal, lo instintivo) adentro aunque lo reprimamos o bien nos domine. El mito del lobizón puede ser, justamente, una suerte de “chivo expiatorio” por cábala que intenta expulsar ese tabú en un ser humano por una noche, para (en vano) ocultarlo en el resto de la sociedad. Nosotros quisiéramos ahondar en esta expiación social e intentar descubrir de que maneras el lobizón habita en la cultura, anulando las dicotomías positivistas.



Básicamente el tratado empieza describiendo esta dicotomía, para luego refutarla (el subrayado es propio):

Tratado del lobo estepario (Herman Hesse), texto completo: http://entreshandysybartlebys.blogspot.com.ar/2010/03/tractac-tratado-del-lobo-estepario-por.html

“La bidivisión en lobo y hombre, en instinto y espíritu, por la cual Harry procura hacerse más comprensible su sino, es una simplificación muy grosera, una violencia ejercida sobre la realidad en beneficio de una explicación plausible, pero equivocada, de las contradicciones que este hombre encuentra dentro de sí y que le parecen la fuente de sus no escasos sufrimientos. Harry encuentra en sí un «hombre», esto es, un mundo de ideas, sentimientos, de cultura, de naturaleza dominada y sublimada, y a la vez encuentra allí al lado, también dentro de sí, un «lobo», es decir, un mundo sombrío de instintos, de fiereza, de crueldad, de naturaleza ruda, no sublimada. A pesar de esta división aparentemente tan clara de su ser en dos esferas que le son hostiles, ha comprobado, sin embargó, alguna vez que por un rato, durante algún feliz momento, se reconcilian el lobo y el hombre. Si Harry quisiera tratar de determinar en cada instante aislado de su vida, en cada uno de sus actos, en cada una de sus sensaciones, qué participación tuviera el hombre y cuál el lobo, se encontraría en un callejón sin salida y se vendría abajo toda su bella teoría del lobo. Pues no hay un solo hombre, ni siquiera el negro primitivo, ni tampoco el idiota, tan lindamente sencillo que su naturaleza pueda explicarse como la suma de sólo dos o tres elementos principales; y querer explicar a un hombre precisamente tan diferenciado como Harry con la división pueril en lobo y hombre, es un intento infantil desesperado. Harry no está compuesto de dos seres, sino de ciento, de millares. Su vida oscila (como la vida de todos los hombres) no ya entre dos polos, por ejemplo el instinto y el alma, o el santo y el libertino, sino que oscila entre millares, entre incontables pares de polos.

(...)

“Pero, en fin, nuestro lobo estepario ha descubierto dentro de sí, al menos, la duplicidad fáustica; ha logrado hallar que a la unidad de su cuerpo no le es inherente una unidad espiritual, sino que, en el mejor de los casos, sólo se encuentra en camino, con una larga peregrinación por delante, hacia el ideal de esta armonía. Quisiera o vencer dentro de sí al lobo y vivir enteramente como hombre o, por el contrario, renunciar al hombre y vivir, al menos, como lobo, una vida uniforme, sin desgarramientos. Probablemente no ha observado nunca con atención a un lobo auténtico; hubiese visto entonces quizá que tampoco los animales tienen un alma unitaria, que también en ellos, detrás de la bella y austera forma del cuerpo, viven una multiplicidad de afanes y de estados; que también el lobo tiene abismos en su interior, que también el lobo sufre. No, con la « ¡Vuelta a la naturaleza!» va siempre el hombre por un falso camino, lleno de penalidades y sin esperanzas. Harry no puede volver a convertirse enteramente en lobo, y silo pudiera, vería que tampoco el lobo es a su vez nada sencillo y originario, sino algo ya muy complicado y complejo. También el lobo tiene dos y más de dos almas dentro de su pecho de lobo, y quien desea ser un lobo incurre en el mismo olvido que el hombre de aquella canción: « ¡Feliz quien volviera a ser niño!» El hombre simpático, pero sentimental, que canta la canción del niño dichoso, quisiera volver también a la naturaleza, a la inocencia, a los principios, y ha olvidado por completo que los niños no son felices en absoluto, que son capaces de muchos conflictos, de muchas desarmonías, de todos los sufrimientos. Hacia atrás no conduce, en suma, ninguna senda, ni hacia el lobo ni hacia el niño. En el principio de las cosas no hay sencillez ni inocencia; todo lo creado, hasta lo que parece más simple, es ya culpable, es ya complejo, ha sido arrojado al sucio torbellino del desarrollo y no puede ya, no puede nunca más nadar contra corriente. El camino hacia la inocencia, hacia lo increado, hacia Dios, no va para atrás, sino hacia delante; no hacia el lobo o el niño, sino cada vez más hacia la culpa, cada vez más hondamente dentro de la encarnación humana. Tampoco con el suicidio, pobre lobo estepario, se te saca de apuro realmente; tienes que recorrer el camino más largo, más penoso y más difícil de la humana encarnación; habrás de multiplicar todavía con frecuencia tu duplicidad; tendrás que complicar aún más tu complicación. En lugar de estrechar tu mundo, de simplificar tu alma, tendrás que acoger cada vez más mundo, tendrás que acoger a la postre al mundo entero en tu alma dolorosamente ensanchada, para llegar acaso algún día al fin, al descanso. Por este camino marcharon Buda y todos los grandes hombres, unos a sabiendas, otros inconscientemente, mientras la aventura les salía bien. Nacimiento significa desunión del todo, significa limitación, apartamiento de Dios, penosa reencarnación. Vuelta al todo, anulación de la dolorosa individualidad, llegar a ser Dios quiere decir: haber ensanchado tanto el alma que pueda volver a comprender nuevamente al todo.”

Ampliando esta visión de los opuestos y la dialéctica, a continuación se presentan algunas citas del etnomusicólogo Román Pelinski, que a su vez se basa en ideas de Hegel, Gadamer, Morín, Derrida y Niels Bohr, entre otros.

“En lugar del viejo paradigma que nivela las diferencias de la razón de una perspectiva universalista, o que sostienen oposiciones binarias (estructuralistas) definidas por lo que excluyen o niegan, esto es, por el punto de vista contrario, se propone un paradigma basado en la complementaridad de las oposiciones, en la integración de pensamientos diversos y adversos, en la superación de las contradicciones, sin negarlas.”

“Las discrepancias, las oposiciones binarias, los antagonismos se pueden o bien resolver a un nivel más elevado de estructuración como en la teoría del caos o bien disolver por descontraucción de sus términos como en el posestructuralismo derridiano o , en fin, considerar como dos caras diversas y adversas de la misma realidad – lo que es el caso en el pensamiento complejo de Morin.”

“(…) posibilidad de una comunicación intercultural, sin anular sus diferencias.”

“Superar sus oposiciones para encontrarse, a un nivel superior de comprensión, en un paradigma complementario y complejo, desde el cual podrían complementarse las cosas desde la posición del Otro (Hegel). Ello nos permitirá, a su vez, aprender a entender al Otro desde sus puntos de vista (Gadamer), y a comprendernos a nosotros mismos a través de Él, sin nivelar su diferencia ni perder nuestra identidad.”



Presentando esta idea al profesor, al ser un concepto tan abstracto y teórico y difícilmente transmisible en situaciones concretas propuso que atraviese la pieza desde lo formal, siendo conscientes de la relación entre la imagen y el sonido y proponiendo una relación de conjunción o de complementaridad. Quisiéramos aclarar que (un ejemplo burdo), proponer una pantalla dividida sería justamente presentar el pensamiento binario, y es justamente a lo que nos oponemos.



A continuación un esquema de los tres modos de pensamiento:

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